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El pasado 5 de enero se cumplió el centenario del fallecimiento de Sir Ernest Shackleton en isla Georgia del Sur a la cual había regresado en 1922 para participar en una expedición a la Antártica en el buque Quest. El objetivo de ésta era más científico que su más famosa e infortunada expedición en el Endurance, dándole además la oportunidad de recorrer y recordar los lugares en que en 1914-1916 había concluido la Expedición Imperial Transantártica, célebre no por cruzar el continente austral como había sido su propósito, sino por la resistencia de sus náufragos y forma en que desde Chile se rescató a su tripulación. En efecto, tras las gestiones Shacklenton y luego de tres tentativas infructuosas, el Piloto Luis Pardo Villalón, de la Armada de Chile, y al mando del escampavías Yelcho, logró rescatar el 31 de agosto de 1916 a los 22 expedicionarios que tras una ardua travesía aguardaban en isla Elefante. La causa de muerte de Ernest Shackleton fue un fulminante ataque cardíaco. Se llevaron su cadáver a Uruguay, donde se le rindieron grandes homenajes. Pero antes de regresarlo a Reino Unido se recibió un mensaje de su señora, Emily, solicitando que fuese enterrado en la isla Georgia del Sur, “pues su corazón había estado siempre en el profundo sur y no soportaba la idea de confinarlo a la estrechez de un cementerio inglés”. Fue finalmente sepultado el 5 de marzo de 1922 en el cementerio de Grytviken junto a un reducido grupo de balleneros y residentes de ese lugar.

Más allá de los antecedentes de su defunción, es interesante destacar a 100 años de su partida parte de su legado, el que se traduce en una visión más humana y excepcional de su carácter y de su gran sentido de liderazgo, concepto hoy tan de moda y necesario para el trabajo cotidiano.

 

A continuación se transcribe el texto que resume varias conferencias que dio Shackleton en la Liga de Jóvenes Exploradores en Reino Unido mientras preparaba su expedición a la Antártica de 1914. Sus palabras buscan motivar a las jóvenes generaciones, de un modo que no obstante el tiempo transcurrido mantiene su vigencia y actualidad, y siguen siendo fuente de inspiración. Se recoge aquí el texto consignado en el libro de Jorge Berguño Barnes, “Las 22 vidas de Shackleton”, 2ª edición, Punta Arenas: Douglas Nazar Publicaciones, 2010: 307-310.

Considero que también es interesante dar a conocer que la nieta de Shackleton, Lady Alexandra Shackleton, Presidenta de la Fundación creada con el nombre de su abuelo, visitó Chile en octubre del año 2005 junto a Robert K. Headland, director y curador de archivos del Scott Polar Research Institute de la Universidad de Cambridge. Entre otras actividades, se reunieron con los nietos del Piloto Luis Pardo Villalón, los Embajadores Fernando y Jaime Pardo Huerta. Visitaron Santiago, Valparaíso, Punta Arenas y Puerto Williams, siendo destacable cómo a 89 años del famoso rescate, se reunían los nietos de ambos protagonistas de una de las mayores epopeyas del siglo XX.

 

 

La Aventura Polar

 

Ernest Shackleton (1874-1922)

 

A menudo me han preguntado qué sentido tiene ir a tierras tan remotas, heladas y austeras como la Antártica. Un lugar donde sólo existen dificultades, incomodidades y peligro; donde el valor del dinero no puede enriquecer a los que vienen del mundo civilizado. Desde que nuestro país envió por primera vez a sus marinos a recorrer los mares, la meta y el deseo de los exploradores ha sido la de aumentar el conocimiento y adquirir para la civilización tierras desconocidas. […]

A pesar de que tal vez ninguna ganancia material se produzca hasta dentro de miles de años, la adquisición de conocimiento por el bien del conocimiento mismo, es un capital que no puede ser menospreciado, y el sentimiento de que uno va a realizar algo que va a expandir la civilización es seguramente recompensa suficiente para los problemas y peligros que con certeza dificultarán nuestro camino. Cada piedra puesta en el muro del conocimiento ayuda a la construcción final que cobijará la totalidad del conocimiento científico del mundo.

Nuevamente es un sentimiento -y los sentimientos juegan una de las partes más importantes en la historia de la humanidad- el que nos empuja a viajar, y este rasgo del carácter humano es el más fuerte. Existe una gran diferencia entre el sentimiento considerado seriamente y el término expresado ligeramente cuando escuchamos hablar de una persona sentimental. El sentimiento abarca el mundo, la sentimentalidad al individuo.

Es difícil definir todas las razones que motivan al explorador hacia los espacios vacíos del globo, pero lo que lo motiva debe ser una fuerza viva, en caso contrario no volverían, habiendo estado en regiones tan inhóspitas como la Antártica, aunque el paisaje y la presencia de grandes cordilleras, nunca antes vistas por ojo humano, cuyos picos austeros desafían las estrellas formando una espléndida visión para contemplar y no olvidar jamás. Pocos pueden ir; y muchos quieren ir.

Me gustaría señalar, sin intención de predicar, que a pesar de que la mayoría de mis lectores tal vez nunca seguirán su camino en la vida más allá de los confines de la civilización, su parte en el trabajo de adquirir conocimiento, para el beneficio del total de la humanidad puede ser, y es, tan importante como el trabajo del pionero […]. Lo más importante en la vida es hacer a fondo lo que se debe hacer. Cuando pensamos que existen más de mil millones de habitantes en la Tierra, podemos imaginar si cada una de estas personas dedicara su energía a hacer una cosa, aunque pequeña, para el mejoramiento de la humanidad en su totalidad, la perfección del mundo estaría muy cerca.

Quisiera agregar algunas palabras sobre los requisitos que considero necesarios para hacer exploración polar, y los mismos requisitos, tal vez en menor grado – al mismo tiempo que tal vez en mayor grado en algunos casos -, son necesarios para que el paso de cada hombre por este mundo sea un logro. Pongo estas cualidades en el orden en que las considero más esenciales:

Primero, OPTIMISMO. Estar contento cuando al salir de un saco de dormir congelado a una temperatura de 40 grados bajo cero, y sentir que a pesar del frío que hace, podría hacer aún más frío; a pesar de lo pesado del trabajo diario, podría ser aún peor. Darse cuenta que la meta, a varios cientos de millas más allá, aún existe; y que sólo requiere esfuerzos para alcanzarla; así también es en la vida diaria de mis lectores.

Segundo, PACIENCIA. Pienso que debe haber un gran volumen de paciencia en el capital del explorador. Rara vez he visto comenzar bien un día que no tenga dificultades que requieren una infinita paciencia. El sol de la mañana puede desaparecer en una hora dejando ver sólo una muralla impávida de nieve blanca junto al pesado sendero que hay que abrir. Puede levantarse una ventisca debiendo el grupo permanecer, tal vez por 5 días consecutivos, dentro de sus helados sacos de dormir mientras el viento vuela a su alrededor y los valiosos alimentos desaparecen, con lo que, en esa circunstancia, parece ser la velocidad del rayo. El barco puede estar atrapado en el hielo dando la apariencia de que nunca más podrá moverse; en estos momentos hay que tener paciencia, y la paciencia es recompensada; la ventisca desaparece, el sol brilla, y montañas y tierras nuevas se levantan ante nuestros ansiosos ojos. El barco atrapado súbitamente empieza a moverse, millas de campos de hielo se abren y aparecen negras líneas de agua. El barco se abre camino y, llenos de felicidad, seguimos adelante hacia nuestro puerto. Lo mismo le sucede a usted en su vida diaria. En los negocios existen problemas que requieren la misma cualidad. En realidad esta cualidad llamada paciencia es valiosa en la casa y lejos de ella, más allá de los límites de la civilización.

Tercero, IDEALISMO. Junto al idealismo pongo la imaginación y la imaginación es una de las mejores cualidades que un hombre puede tener. Suaviza los caminos pedregosos y nos permite sentir que las dificultades están hechas para ser sobrepasadas y que más allá de las dificultades está la recompensa y la apreciación de nuestros compañeros; hay pocos de nosotros a quienes no agrada sentir que el trabajo en el que pusimos nuestras manos es apreciado por nuestra gente y por el mundo en general.

Finalmente menciono al VALOR. Lo pongo al final porque lo considero como un derecho común, innato al hombre. En toda mi experiencia como explorador solo he visto a un hombre faltar en relación al valor que el momento requería. Lo que desgasta son los largos meses de ansiedad. Y el verdadero valor nunca se necesita tanto como en las regiones polares, porque allí, en el norte o en el sur, el enemigo es la naturaleza – la naturaleza en su forma más austera, una naturaleza inexorable, pero también en las ciudades llenas de gente o los campos, y en todos los quehaceres de la vida, se requiere valor para ponernos a prueba de la dificultades que surgen de la tentación de seguir un camino fácil.